martes, 17 de agosto de 2010

leyendas del festival frolclorico

Eccehomo que antes de irse para Valledupar vivió mucho tiempo en Rinconhondo, específicamente en un sitio llamado la Parroquia y que un buen día decidió mudarse para el pueblo, posó a descansar en una piedra al frente de la finca el Ermitaño vía al río la Muía, mandó a llamar al padre de la Parroquia de Chiriguaná con un campesino que pasaba en ese momento montado en su burro, le mandó razón expresa, que viniera solo, que necesitaba hablar con él y para que lo acompañase al Templo de pueblo, pero este un poco sorprendido y aculillado no se atrevió a ir solo y organizó una romería hasta el sitio indicado por el campesino.







El Eccehomo al escuchar la algarabía se levantó y posado en sus talones estiró su cuerpo para mirar bien a lo lejos y cuan fue su desagrado cuando vio esa cantidad de gente que decidió marcharse, y se fue a parar al Valle, dejando estampada en la piedra las huellas de sus talones un pie y las de su perro, el fondo de una taza y la figura de una culebra que pasaba en el momento por ahí.






Se fue para ese Valle del cacique Upar que lo acogió con tanto amor que hoy es uno de los santos que más aglutina gente en su día.



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